26 dic 2014

soñeus sol ed arreit al ne aíd nu




No, no fue simplemente el pañuelo, el cual goteando de mi cuello me empujaba,
Aquel que a pesar del antifaz se notaba empapado en lágrimas robadas.

No creo culpable siquiera a la lluvia,
Quien caía desgarrada;
Caían de a poco, por partes, sus ruinas envueltas en su transparente sábana.

No sabría decir si fue una brisa o alguien que allí no estaba,
Las sobrias campanas de la iglesia
O aquellos que simplemente pasan.

La mía era la única ventana abierta,
La única luz encendida, la única vela apagada.
Aquel el último cigarrillo,
Y de mis habitaciones la última en rojo, la cual deseé jamás terminara.

Tal vez fue la última ceniza en caer de mi ventana,
Del mecido pasto su aroma,
Del río su calma.
Quizás el horror ya no me paralizaba
O simplemente caí desmayada.

La vida no duerme, más en su muerte descansa.

Caer, dormir, incluso ser empujada,
Lo que sea por en sueños recordarla.