24 nov 2009

oicnelis



La mosca se arrastraba:
punzante, hiriendo el humo;
atigrados colmillos desmesuraban el abismo ....
lo devoraban.

Secuelas de nitidos engaños,
alfombras (en plata embarradas).

Volcanes y un ala.

El cuello,

de espirales plagado,
aullaba respiraciones

(al infinito invisibles).

Y el niño,

prizionero, guerrero de las estepas
nada libre y taciturno
entre impredecibles soles.


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