
punzante, hiriendo el humo;
atigrados colmillos desmesuraban el abismo ....
lo devoraban.
Secuelas de nitidos engaños,
alfombras (en plata embarradas).
Volcanes y un ala.
El cuello,
de espirales plagado,
aullaba respiraciones
(al infinito invisibles).
Y el niño,
prizionero, guerrero de las estepas
nada libre y taciturno
entre impredecibles soles.
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