Despertar,
arboles secos
aquellos que aquella lejana vez, divinos,
lloraron.
Despertar,
del austero vuelo
a la mortalidad.
Y pensar que en un remoto lugar
tuvo nombre la pasion;
la nieve gentilmente regalabanos tristeza.
Y pensar que una vez
tuvo nombre la belleza
sentido el "despertar"
dicha el dolor.
Mas el verdadero despertar
no me tiene compasion alguna;
asi tal como el placer por el placer,
la vida por la vida.
Y despertar
sumida en el entierro,
paso a paso,
antes vuelo a vuelo;
Despertar
ya no importa,
ya ni me entero.
Colores, colores, colores, colores
se extienden, acurrucados se alargan;
emergen de la vela,
se extinguen y no en los vientos mortíferos.
Esta acá la estaca, esta acá.
Remolinos, remolinos, remolinos, remolinos
de fuego envenenado, de encantamientos.
Lapidas distorsionadas danzan con sus velas
entre rostros.... efímeros
que remolinos forman; remolinos, cascadas, recobecos
formas.
Luces, luces, luces, luces
olfatos plantan, oscuridades crean.
Oscuridad:
la niña alucinada, antagónica.
Ella y sus edades.
Ella y sus hijos:
apagados, encendidos, provocadores.
Sigilos nocturnos elevan el sol;
el sol y sus lamentos,
el sol y sus abismos:
El sol, sabio anciano, arrugado vuela,
se arrolla, revota, explota y vuelve a elevarse.
Se elevan colores, remolinos, lapidas
luces, oscuridad;
se apagan, se encienden, explotan;
retoman la danza eterna.
Los hilos son blancos fáciles,
la crueldad sabe de dolor - lo conoce -
Y ella sabe al mas dulce vino
aperitivo pre-mortem.
No temáis, dolerá,
la espera sera agonizante,
la daga viajara con total morosidad.
No temáis, dolerá,
cual de mis dolores el menor.
Puedo ya mismo crear el fuego
que las aguas haga arder,
puedo matar tu mañana, tu ayer,
mas jamas tu noche.