Dime:
¿En qué te has convertido?
Lejanos los recuerdos,
tan lejanos los cuellos
que invaden y corrompen las palabras.
Recuerdo tus ondulaciones,
tu monstruosidad,
en la infinita conquista de lo inalcanzable
y ya.... ya no más.
Tentáculos prominentes
en busca del infarto;
infarto de aquellos que detienen el pensar del alma,
infarto de aquellos con los que siquiera los muertos sueñan.
Y ya.... ya no más.
Tus garras abandonaron el intenso deseo
de aferrarse a la almohada,
volvieronse cálidas, solidas, cuadradas....
Ah! y tus escamas,
tus escamas se tornaron opacas;
ya no saben a delirio....
ya no más.
Te he estado observando,
a vos, traición!
Como tu piel ha abandonado sus alas y la negrura
para volverse flácida, sonrosada.
Ah!
y te he visto rejuvenecer también,
tal vez....
He visto como el pergamino que solía vestirte
horrorosamente ha quedado oculto tras una lisa blasfemia.
Y tus cimientos!
Aquellos que donde fueran pisaban libertad,
aquellos han cobrado vida,
han conocido lo que llamas suelo;
lo han hecho suyo con sus nuevos hijos,
aquellos, que tienen uñas,
enredaderas solitarias… eso, ya no más.
Más ¿en qué te has convertido?
Lejana antigüedad.
De tu penumbroso castillo…
de él solo restan miserias;
ambiguas carcajadas
- las mismas que dolían -
las mismas que fueron…
y ya no más.
Ahora cuadradas perlas yacen en el interior del castillo,
por rosadas rigideces acunadas.
Ahora dime ¡rareza!:
¿En qué te he convertido?
Deambula ella:
precisa, errante,
de su propio cielo agarrotado pende,
jamas a su lado nadie podrá cabalgar.
En su jardín de flores dementes
telarañas y solo una planta solamente,
planta de entumecidas vertebras y parpados ausentes.
Abierto de par en par el portón se encuentra,
sendero de dichosas lapidas venéranlo,
epitafios los cuales, todos, han llevado tu nombre.
Mas no eres bienvenido, parásito!
no en aposentos del Caos,
no a los ojos de La Belleza.
Y en la mas entrañable hondura del jardín
deambula ella.
De vez en vez riega la planta solemne,
de vez en vez
por si acaso
algún acongojado día se estremece.
Respira! ven
manifiestate!.
Al fin el vacío cristal
hizo eco sobre la tierra
al fin!.
Ya nada queda gravado
en sobre la rota piedra gris
el pedregullo desmayado.
Pasa el dolor
de generacion en generacion
el dolor y el osculo que este amerita.
Deshojarme y desojarme
solian las penurias
develar en mi hasta el ultimo lazo.
Dias y noches
de plenitud han pasado,
la juventud
- vizca damisela -
el ruin "hasta nunca"
ha pronunciado.
Mas ¿como podre yo despedirme de la esfera que jamas he conocido?.
Sambullese el silencio
en una mortifera melodia;
monotonia y humanidad bestial
en el caliz del cual
- con alineados labios -
me veo obligada a beber.
La vanalidad zurca mis entrañas,
la vanidad buscase su hogar en mi.
Carruajes de carne y rosas desbordados
visitanme cada tanto.
La silueta mia acompañalos a dar un paseo;
la mente que tanto me empaña....
ella quedase reposando en el misterio.
Contando dedos muertos,
regando flores secas
amaneciendo entre desasociegos
el tiempo pasa;
a la espera de un nuevo demonio
que entre lo nuevo se abra paso.
Mis oidos han partido
alla donde lo psicodelico,
el cuerpo mio yace en coma
para colapsar ante vuestros ecos.
Calma
alma mia,
ya nos encontraremos.
Dias atras
cuando vuestra grandeza reinaba
- Lord de mi ser entero -
forma alguna no existia
de serle inmune a vuestro encantamiento.
Mas en su mundo
dia tras dia,
hora tras hora
jamas rindense las lamparitas.
Eternamente siervas de una falsa luminotecnia.
Los pesares cantan
y a pesar de todo
la edad transparente
sobre todos Nosotros ha hechado sus marfiles.