Una aterradora reina
Con oro cosido a sus trenzas,
por pieles de lobo cubierta
Y rastros de azufre en sus ojos
Como enredaderas.
Vi su imagen formarse al otro lado del espejo,
Sentí su silueta en mi sombra
Y oí su grito de guerra en mi canción de cuna.
Al viento bailaba la tela de araña sobre la cuna,
La noche se hacía inmensa,
Los niños envejecían.
Pensé en olvidar mis perlas
bajo la almohada – ya un tanto vacía-
pero me llama la piedra gastada
y mis lágrimas no son blancas todavía.
II
“Sí, acepto”
Dijo en su boda con la locura;
Reunió las flores suficientes
Y anudando no más que un rojo pañuelo a su cuello
Partió
Sola – pero con ella-
Bajo la lluvia.
Tus labios oscuros
Con sangre dibujados…
Mi lengua apenas los acaricia.
Un soplo…
El bastón golpea el suelo,
Otra gota…
El baston apuñala la tierra seca,
Tu estremecimiento
Y la tierra muerta.
III
Con vos quiero ir al bosque
Y saltar la cuerda con las cadenas que atan a Prometeo.
Llorar la muerte de un desconocido,
Llorar mitad en burla, mitad de pena.
Cepillarnos el cabello con las alas de una serpiente,
Trepar a un árbol,
Seguir tu voz
Y desde las alturas sumergirme en el río.
Como un gato que hace acrobacias
Entre las cenizas.
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