22 ene 2014





¿Qué puedo hacer mas que extrañar olvidarte?
Extrañamente olvidar una flor sobre nuestra tumba;
Posar desnuda para un muerto con un pincel invisible.

Los ojos que ya no existen
Sutiles perforan mis huesos,
Los mismos que a ciegas arrastro,
Los que no me llevan a ninguna parte
Y al salir el sol me entierran entre sabanas.

¿Qué tanto se puede desear, que tan rápido correr?
Atravesar el bosque desierto
Alguna vez habitado por criaturas imposibles.

¿Qué mas puedo anhelar?
El mas profundo y triste de los besos,
Tu garganta vertiendo demonios en el mas blanco de mis vestidos.

O tal vez solamente
Que una noche lluviosa olvides cerrar tu ventana
Y asi reposar mi muerta silueta
Sobre tu cuerpo dormido.



¡Silencio!
Gritó la niña.
“Aquí me tienes”
Se oyó de repente en la habitación vacía;
O quizás en su atumultuada cabeza ya estallando en tedio.

Silencio,
El mismo que respiro y bebo,
Con quien cada noche comparto mi lecho;
A vos te ruego que a tu nombre correspondas
Y así cese el sonido de la muerte en mi cabeza.

“Eso no es posible, me temo,
Mientras sigas inyectando tu tiempo todo en mis gigantescas venas
Por siempre oirás mi canto."

Ella es quien me envía,
Ella, la de la negra flor nacida,
Ha desmontado su corcel una noche y ha dicho:
No eres digna.

Asi que aquí me tienes,
Solo a mi
Y para siempre.





Aulla y se retuerce de dolor la tercera piel de la malformada reina,
Su majestad tira de ella con ganchos y con cadenas,
Sin piedad y ya sin sangre en las venas.

No sólo será desterrado el pobre pellejo de la carne descompuesta,
Sino que en ésta situación ya es la tercera;
incluso el bufón de la corte parodia la burlesca escena.

La Reina Elefante,
Dueña de la más grotesca tristeza,
De Ella no se atreven a hablar siquiera las horas ya muertas.

Con Ella a los infantes amenazan para que de su plato traguen la dura piedra.
Nadie sabe cómo nació,
De Ella sólo es certero que no está muerta.

Ella quiere dormir en mi alcoba…
¿Cómo siquiera imaginar a su alteza?
Dicen que en su respiración se ocultan los gritos de mil almas en pena,
Y que al oírlos tan sólo una vez pasan a habitar en tu cabeza.

Ella quiere dormir conmigo…
Más ¿Cómo no desfallecer ante su presencia?
Dicen que siquiera posee extremidades
Y que sus ojos jamás se cierran.

No es mi intención parecer descortés…
Comienzo mi ruego a su doncella,
Más dime:
¿Quién podría dormir abrazado a en carne viva una silueta?

Una masa de carne pútrida,
De la que asesina los labios al lamerla.

¿Acaso tanto Dolor debía albergar Ella
por haber encontrado a quién llamar Belleza?

¿Acaso así es como ha de sentirse aquel
Que a través de los siglos ha llegado a comprender las edades de los muertos?

Dime dónde has escondido los cadáveres
de todo aquello que tus fauces no fueron capaces de devorar;
dime dónde yacen los agudos cuerpos de todo lo que aborreces…

En el espejo solamente una risa burlona,
Una risa sin labios, sin dientes
Y sin alma.





La muerte es sólo una niña jugando a vivir,
Jugando a matar,
Jugando a existir,
Jugando a estar ciega en la penumbra.

Es una niña que juega sola,
Se hamaca sin piernas,
Llora frente a los espejos;
Le llora a las lágrimas que arrancaste de los ojos
A los niños que no murieron.

Y no le teme a la vida,
Porque sabe que no pertenece a ella,
Mas ¿Por qué temerle a la muerte?
Ella es tan sólo una niña
Jugando a morir.

soñeus ne etreum






Y de repente nos vemos opacados por el desbocado grito del silencio.
El nos detiene, nos hace dar la vuelta
y callar…


anacrec sam acaolc al a arelacse



La roca:
liviana, adormecida....
eterea.

La roca lisiada, sorda, ciega....
jamas muda!
Para ni por nada muda tristes pieles.

La roca:
serena, furiosa....
dolida.

La mano:
espantosa, espantada, mullida!

capaz de morir de horror sin ser vista....
ni comprendida.

La mano formandose dentro de la boca.

La mano reptando dentro de la roca, palma arriba.... ronca.


La roca....
¿dormida?

la roca....
¿disfrazada? ¿esculpida?

No, la roca lisiada, muerta. aturdida.