22 ene 2014



¡Silencio!
Gritó la niña.
“Aquí me tienes”
Se oyó de repente en la habitación vacía;
O quizás en su atumultuada cabeza ya estallando en tedio.

Silencio,
El mismo que respiro y bebo,
Con quien cada noche comparto mi lecho;
A vos te ruego que a tu nombre correspondas
Y así cese el sonido de la muerte en mi cabeza.

“Eso no es posible, me temo,
Mientras sigas inyectando tu tiempo todo en mis gigantescas venas
Por siempre oirás mi canto."

Ella es quien me envía,
Ella, la de la negra flor nacida,
Ha desmontado su corcel una noche y ha dicho:
No eres digna.

Asi que aquí me tienes,
Solo a mi
Y para siempre.

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