Con majestuosas arañas de martirio y diamantes;
En el gran salón ríen y danzan los enmascarados
Mofándose de cómo al fin en la torre la han encerrado.
Ella no viste más que sus trenzas
Y la puerta no lleva candado,
Pues la joven no podrá huir sin ayuda de quien la ha desmembrado.
Secretamente se lamenta,
Grita, llora y canta en vano;
Ella sabe que jamás lograra siquiera por la ventana precipitarse de un salto.
De pie junto a la puerta
Sonríe seductoramente la serpiente enmascarada,
Quien se pasea con pies que no le pertenecen
Y la muerte jamás estrechará su mano
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